Día 2: Quito – Santa Cruz (Galápagos)
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Iguana marina |
De origen
volcánico, el archipiélago de las Galápagos se encuentra a mil kilómetros del
continente, en medio del océano pacífico. Son catorce islas principales y seis menores y
sólo cuatro de ellas están habitadas (San Cristóbal, Santa Cruz, Isabela y
Floreana). Algunas de ellas tienen vegetación pero la mayoría es pura roca, su color
predominante es el negro de las piedras volcánicas y el azul turquesa del agua
y su aspecto tiene más que ver con un paisaje lunar que con cualquier región
conocida de Latinoamérica. Desde su descubrimiento fueron guarida de piratas, cazadores
de ballenas, objeto de estudios científicos y tierra de toda clase de
emprendimientos industriales fallidos hasta que a partir de 1959 el 97% de su
superficie fue declarada Parque Nacional y comenzó el desarrollo de la única
industria rentable de su historia: el turismo.
DESPACIO,
CRUCE DE AVES
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Puerto Ayora |
Habíamos
aterrizado al mediodía en el aeropuerto de la isla de Baltra y el calor nos
recibió con los brazos abiertos en el –según los galapagueños- primer
aeropuerto ecológico del mundo. Una especie de gran quincho con las paredes
abiertas, sin oficinas ni tiendas ni free shop, sólo unos puestos de control
del INGALA (Instituto Nacional de Galápagos) en los cuales lo que se revisa del
equipaje no es si entrás algún producto electrónico sino que no traigas nada orgánico que rompa su
delicado equilibrio y cobran la tasa de ingreso a las islas -USD 50 para los
países del Mercosur, USD 100 para el resto del mundo-. Es el único aeropuerto
del mundo donde un argentino tiene más beneficios que un europeo y donde una
manzana es más peligrosa que Al Qaeda.
A minutos de
haber llegado ya quedamos hechizados con el turquesa lechoso de sus aguas y lo
simpático de ver pelícanos pescando mientras cruzamos en ferry el canal de
Itabaca que separa a la desértica Baltra de la isla de Santa Cruz (USD 0.80), nuestro
primer destino. Una vez en la otra orilla nos subimos a un micro que nos llevó
hasta Puerto Ayora, la ciudad más importante del archipiélago. Si se quiere más comodidad, también se puede
hacer en taxi, que son siempre camionetas 4 x 4. Nosotros escogimos el bus (USD 1.80). Son
unos cuarenta minutos de traqueteo atravesando la isla en los cuales se puede
ver, al costado del camino, un cartel que nos sintetiza el espíritu de las
islas “Despacio, cruce de aves”.

Por su
ubicación central dentro del archipiélago, Santa Cruz es el lugar ideal desde
donde partir a conocer las distintas islas ya sea en crucero como en excursiones
diarias y suele ser Puerto Ayora la ciudad elegida por la mayoría de los
viajeros para hacer base y armar sus recorridos. Es por esto que aquí encontraremos la mayor
oferta hotelera y gastronómica de todo Galápagos, y si bien conseguir un hotel
simple no es tarea complicada cabe aclarar que la infraestructura turística en
las islas es bien sencilla, por lo que el viajero no debe esperar grandes lujos
ni empleados demasiado atentos. Hay que tener en cuenta que los galapagueños
eran un pueblo esencialmente pesquero que en pocos años se vio obligado a mudar
las redes por las visitas guiadas y este notable cambio lo están haciendo muy a su manera.
Muertos de
calor bajamos del micro en el centro de Puerto Ayora y nos fuimos derecho al hotel
que habíamos reservado, el Gardner. Junto con el España, son de los más
nombrados por los viajeros. Son muy parecidos, sencillos y económicos. Una de
las variables para abaratar el precio de la habitación es pedirla sin aire
acondicionado, pero si sufrís del calor como yo-y no vas en invierno- te
recomiendo que no lo hagas, las altas temperaturas y la humedad elevada son una
constante.
La habitación
del Gardner era grande y sencilla, con ventilador y tv. Luego de cambiarnos nos
fuimos a almorzar. Elegimos el bar Hernán, frente al muelle. Pedimos una
hamburguesa completa y un sánduche de
pollo (USD 16 por todo). Mientras preparaban la comida aproveché para ir a pasear hasta el
muelle. Ya en el agua turquesa vi muchísimos peces, levanté la vista y vi un
grupo de cangrejos rojos (sayapas) caminando, un poco más allá unas pequeñas
iguanas marinas asolénadose, al fondo, unos pelícanos. Impresionante, la
variada fauna del lugar está presente a cada instante. Luego de comer fuimos
al muelle ya provistos de la cámara para retratar nuestras primeras impresiones
de Puerto Ayora, cuando vimos el increíble espectáculo de un piquero de patas azules
pescando ahí nomás de la orilla. No habían pasado más de dos horas desde que
había llegado a las islas y ya había visto muchos más animales de lo que
imaginaba.
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Sayapa |
Con una
sonrisa indisimulable nos fuimos caminando hacia la primera visita obligada de
Santa Cruz, la Estación Científica Charles Darwin y Centro de Crianza Fausto
Lerena. Aquí los biólogos se encargan de supervisar la reproducción de las
distintas variedades de tortugas del archipiélago y a una edad de dos o tres
años son devueltas a su hábitat natural. Estos centros (hay uno en cada isla
habitada) funcionan como centro de interpretación, para que los visitantes
tengan una primera explicación de cómo está compuesto el ecosistema de las
Galápagos y sus particularidades. En éste en especial también está la
posibilidad de recorrer el Centro de Crianza a través de senderos que nos
llevarán entre los distintos corrales de las subespecies de tortugas gigantes.
Hasta hace poco tiempo la vedette fue el Solitario George, recientemente
desaparecido, que era el último sobreviviente de la subespecie de la isla
Pinta. El primer contacto con estos animales fue impresionante, me hubiera
podido quedar horas observándolos, es como estar frente a un dinosaurio.
Sacamos miles de fotos y luego nos fuimos cuando el sol se empezaba a poner.
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Centro de crianza Lerena |
A la salida
pasamos por la playita Darwin. Realmente no nos gustó, muy chica, llena de
gente y de piedras. No dio para quedarse. Fuimos a la casa de buceo Galápagos
Sharks Friends, que ya habíamos contactado desde Buenos Aires, y ya cerramos
para ir a North Seymour al día siguiente.
De regreso al
hotel pasamos por un par de agencias de turismo (hay muchas) para ver qué
excursiones se podían hacer. En las islas prácticamente no se puede hacer
ninguna actividad de manera independiente, la gran mayoría de las visitas se
hacen con guías autorizados y a través de alguna de las agencias. De esta
manera se aseguran un mayor cuidado del ecosistema y también, por qué no, el
empleo de muchos de sus habitantes.
A la hora de
la cena, fuimos a la calle de los kioscos, recomendada para quienes quieran
ahorrar un poco y comer como los locales. Paramos en uno de los puestos y
pedimos un par de platos por sus simpáticos nombres, salchipapas y papipollo.
Los dos son más o menos lo mismo, una base de papas fritas con salchichas uno y
pollo el otro. Sencillo y económico (USD 10 por todo). Luego a dormir.