No sabía cómo iba a cruzar a Tacna, menos aún cómo llegar a
Arequipa o si iba a conseguir transporte de noche, lo que sí sabía era que iba
a ser distinto, iniciático. Y vaya si lo fue. Mi viaje por Perú fue muchas
cosas, divertido, diferente, movido, pero, sobre todo, fue intenso. Aprendí,
viví y sentí muchas cosas que, seguramente, me marcaron, me hicieron una
persona distinta a la que partió de Ezeiza. El desafío radica, ahora, en tratar
de reflejar esas experiencias acá, en el blog; para eso lo voy a dividir entre
el diario de viaje (para volcar lo más objetivo) y diferentes notas (para
hablar de lo más personal que me ha tocado) buscando lograr la mejor cobertura
posible.
Espero les guste.