Quizás sea por su rima, lo pegadizo de su ritmo o la
simpleza de su letra, pero esa canción me marcó para siempre. Con un lenguaje
llano, directo, el autor aborda la esencia de la problemática sin metáforas
dilatorias, al nivel del mejor León Gieco, arrojándote su verdad a la cara.
Veinticuatro días habían pasado. Veinticuatro jornadas de un
lento peregrinar a través de caminos de piedra, cruzando vados y arroyos,
subiendo cuestas. Veinticuatro noches al abrigo de una fogata. Noches de
relatos, de tragos compartidos, de fraternidad, pero también de ollas
ennegrecidas que cocinaban lo que se podía, de privaciones. Casi cincuenta platos siempre con la misma comida. Pero esa noche –yo lo
vi porque estaba ahí- fue distinta. Había algo en la luna, en el ambiente, no
lo sé, pero a la luz de las llamas sus ojos tenían otro brillo; y así, sin más,
empezó su canto, como un lamento visceral. Su voz aguardentosa quebró la
tranquilidad del bosque.
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La ceremonia que se repetía noche tras noche con nuevos amigos del camino |
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Las palabras sencillas nos conmovieron. Nos miramos, y
entonces Miguel sacó su guitarra y al ritmo de un rock sureño comenzó a
acompañar los versos que, uno a uno, brotaban de su garganta, inevitables.
Llegamos a dedo,
Y estamos al pedo,
Todo está muy copado
Pero, ¿dónde está el
asado?
Muy lindo está el
viaje,
Bonito el paisaje
La guita no alcanza
¡Y no aguanta mi
panza!
Vamos, vamos, vengan
acá,
¡traigan el asado de
tira!
Vamos, vamos, vengan
acá,
¡traigan el asado de
tira!
Ya no quiero más
arroz,
Quiero asado de tira.
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Un genio inspirado |
Un mes comiendo arroz, polenta y fideos mientras recorríamos
los lagos de la Patagonia fue demasiado. La monotonía de la dieta minaba
nuestros ánimos –esencialmente carnívoros, en ése entonces- hasta que Chacho le
puso palabras a nuestro sufrimiento inmortalizándolas en un rockanrol
inolvidable.


Pasaron más de 15 años de ese viaje y, aún hoy, cada vez que
me siento junto a un fuego vienen a mí sus estrofas para recordarme el valor
incalculable de un buen asado. Es que sólo quien haya pasado el umbral de los
veinte días a puro arroz y fideos entenderá el verdadero peso de su estribillo,
sólo quien haya dedicado charlas a la luz de la luna a los futuros asados por
compartir no subestimará sus justas palabras. Su valor testimonial debería
ubicar al Rock del asado de tira, junto con Rutas Argentinas del flaco Spinetta,
en el podio de todo repertorio mochilero para un fogón. Por eso, mis amigos, les pido que levanten
sus vasos y brindemos por un autor olvidado, por mi amigo Cristian Chacho André
que una noche de febrero de 1998 bajo el cielo patagónico le puso letra al
sentimiento de muchos:
Vamos, vamos, vengan acá,
¡traigan el asado de tira!
Ya no quiero más arroz,
Quiero asado de tira.
*¿Qué es Veo Veo? Es, ante todo, un juego,
una excusa para conocer lugares de la mano de otros viajeros, contarnos
historias, viajar aunque no tengamos la oportunidad de hacerlo, encontrarnos.
Es viajar con los sentidos. Se realiza una vez al mes y las temáticas se eligen
en el grupo dinámicas creativas en Facebook.